sábado, 7 de mayo de 2016

“LA POLICÍA NOS ENTREGÓ A LOS VECINOS Y CASI NOS LINCHAN”


Miguel (nombre ficticio) de 18 años decidió un día salir con cinco de sus amigos y divertirse en una de las varias discotecas que funcionan en la “ceja” de El Alto, lo que él ignoraba era que esa decisión cambiaría su vida por completo, pensó que era una más de las acciones de rebeldía típicas de su edad y muy comunes en su hogar.

En la reunión no faltaron las bebidas alcohólicas hasta que “uno de mis amigos nos animó para que vayamos a robar y salimos totalmente perdidos en el alcohol y caminamos hacia la riel donde están los brujos, vimos a un muchacho y decidimos ir a atacarle”, relata.

Aunque él reconoce “por el miedo no me quise meter mucho” vio como uno de sus amigos le cortó la cara a la víctima mientras le sacaban todas sus pertenencias. Lo que no sabían era que aquel muchacho estaba cerca de su vivienda.

Precisamente, uno de los tíos de la víctima estaba cerca y les dijo “así como le cortaron a mi sobrino igualito les voy a hacer”, mientras gritaba y reclamaba la presencia de los vecinos, quienes salieron raudamente y procedieron a rodearlos para intentar lincharlos por más de media hora, a tiempo que gritaban “son maleantes, estos han robado”.

Casi paralelamente, una patrulla de policías se acercaba por el lugar y al ver la multitud se acercaron; pero “no hicieron nada”, relata Miguel. Nervioso recuerda que los “amenazaban con quemarnos”, “sentí mucho miedo, pensé que me iban a matar”, nos cuenta. 

Luego del intento de linchamiento, condujeron a los dos amigos hasta celdas de la FELCC, lugar donde los mismos policías les insultaban y decían “estos maleantes, estos rateros van a cagar”. En ese sitio luego de cuatro días recién decidieron enviarlo a Qalauma, lugar en el que está con detención preventiva hace más de un año y siete meses.

Miguel es parte de una familia desintegrada, y si bien vive con su padrastro y familia extendida, reconoce que  “todo estaba bien en mi casa, el único que fallaba era yo porque llegaba tarde o no quería hacer las cosas que me decían”, a lo que intenta justificar su comportamiento con la rebeldía típica de su edad. Todavía le faltan tres años para salir bachiller y el cargo de imputación es “robo agravado y daños graves y leves”, su probable condena puede llegar hasta cuatro años.

Pero su caso es también particular porque por probables actos de negligencia de su defensa no pudo acceder al arresto domiciliario, triste nos cuenta “me dieron no hace mucho una alternativa para salir pero me quede no mas aquí, solo me pedían verificación de mi domicilio por la FELCC”.

Ahora su caso está a cargo de un profesional de defensa pública, porque confirmaron con su familia que con abogados particulares “solo gastamos plata”. Aun mantiene esperanza que el procedimiento abreviado al que quiere acogerse le permita contar con una sentencia a la brevedad posible, solo le preocupa que “cambiaron su caso a La Paz”.
Orgulloso y seguro cuenta que ya es técnico en costura y que si bien en un principio el encierro de Qalauma le incomodaba, ahora “ya me siento cómodo y tranquilo, antes me desesperaba por salir”.

Miguel sabe que como hace más de un año, su chica seguirá apoyándole y visitándolo en Qalauma y cuando salga del encierro relata que quiere trabajar para apoyar a su familia, a tiempo que nos cuenta con seguridad que quiere estudiar derecho “para poder guiar a los demás y que no tropiecen por los mismos problemas que yo” y confirma una vez más que ya no piensa igual que antes porque ahora el ve todo “de diferente manera”.

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